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“Wonka” es un verdadero deleite para las papilas y los sentidos, un delicioso apapacho al corazón lleno de optimismo, magia y color.

Arrancamos las fechas navideñas con el estreno de “Wonka” estelarizada por el adorado de las multitides, Timothée Chalamet, como Willy Wonka en una historia que sirve como precuela de la historia que conocimos en ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, el fantástico libro de Roald Dahl publicado en 1964 y sobre cómo fueron los orígenes del famoso rey de los chocolates. 

El director de las películas del osito “Paddington”, Paul King, decidió adentrarnos a un mágico mundo de color, magia, y música para mostrarnos a un joven y desesperado Willy que, pese a ser un prodigioso inventor, mago y chocolatero, no termina de alcanzar la fortuna que anhela incesantem en un deprimente mundo cruel y codicioso. Él sabe que sus chocolates son lo que todos necesitan con urgencia para recuperar el optimismo y la fe en un futuro mejor y más “dulce”. 

La precuela es una historia original de King escrita con el guionista Simon Farnaby. La dulzura y “star quality” de Chalamet hacen que su Willy este destinado a conquistar al mundo entero y, en la ficción, derrotar al Cartel del Chocolate que no quiere que un novato se haga cargo de su negocio. Este jovencito Wonka, que canta y baila a lo largo de la película musical, es encantador con un sombrero de copa lleno de misterios sin fin. No sabe leer, lo que plantea un problema cuando una malvada posadera llamada Sra. Scrubit (Olivia Colman) le ofrece una habitación siempre que firme un contrato con muchas cláusulas. Lo hace, sin haber leído detenidamente la letra pequeña, y se encuentra atrapado en el servicio de su negocio de lavandería junto a una encantadora huérfana  llamada Noodle (Calah Lane). Juntos intentarán cumplir el sueño de Willy de tener su tienda de chocolates y quizá poder reencontrarse con el amor maternal que hace tiempo perdió. 

Al igual que las películas que dirigió King de “Paddington”, “Wonka” es elegante y llena de extravagancias visuales. Los sets son coloridos y divertidos y, a menudo, desafían las leyes de la física. No dudo alguien quiera hacer una obra musical con esta historia. Es en verdad toda una hermosa producción teatral con grandes números musicales  capturada en celuloide. Como es un musical, las actuaciones son grandes, animadas y a veces ridículas, pero todo es divertido. El diseño de producción de Nathan Crowley es de destacar ya que evoca a nostálgicos cuentos ingleses como “Oliver Twist” y “Un cuento de navidad”. Un acierto también lo es Seamus McGarvey como director de fotografía.

En esta versión de Wonka no hay malicia aún. Todo es lindo, incluso cuando Willy se encuentra en peligro en las manos del malvado Cartel conformado por Slugworth (Paterson Joseph), Fickelgruber (Mathew Baynton) y Prodnose (Matt Lucas). Todo en la versión de King es bondadoso. Es una película sobre un soñador que incita a soñar. Permite que sus personajes trabajen juntos y encuentren la felicidad. Si bien dos personajes se encuentran sumergidos en chocolate, ninguno explota como un arándano ni es absorbido por un tubo. Aquí no hay trauma, sólo fantasía y ligereza.

La película es encantadora y afectuosa, un verdadero deleite para las papilas y los sentidos. Así que no se la pierdan y vayan a abrazar a su niño interior que ama los chocolates. 

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